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03/12/2012 abc.es - HEMEROTECA

Así capturó el teniente Maillo al temible cabecilla Moore

En el 1906 la banda del carlista Guillermo Moore campaba a sus anchas por Cataluña. Hasta que un guardia civil le paró los pies

En las fotos: Los hombres de Maillo, en una imagen de 1907 y los guardias que apresaron a Moore reciben la medalla al mérito militar en Barcelona

Tipos duros. Mirada severa, bigote poblado e impecable, grave porte y marcial apostura. Así lucían el teniente Maillo y sus hombres, guardias civiles de la vieja escuela, los únicos capaces de capturar al cabecilla Guillermo Moore y su partida rebelde.

Corría el año 1906. Desde los primeros compases del siglo XX, Cataluña era el escenario de fallidos conatos de levantamiento carlista. Partidas de guerrilleros hacían esporádicas apariciones y trataban de reactivar la llama de la insurrección que hiciera caer el Régimen de la Restauración y colocara en el trono al pretendiente Don Carlos. Jugaban al ratón y al gato con las fuerzas estatales y causaban graves perjuicios a los campesinos catalanes, a los que muchas veces exigían dinero y víveres, cuando no los hacían directamente víctimas del pillaje.

El Gobierno de Madrid vivía con gran preocupación estos episodios y mantenía una gran concentración de fuerzas en los territorios en los que se temía que prosperara una nueva rebelión. Como relata Eduardo González Calleja en su libro «La razón de la fuerza. Orden público, subversión y violencia política en la España de la Restauración», a menudo se ordenaba a los efectivos militares la realización de maniobras con un fin únicamente disuasorio.

A todos estos movimientos había asistido Guillermo Moore sin decidirse a levantarse contra el Gobierno. Erigido en jefe de la casa de Don Carlos en el año 1901, Moore llevaba al frente de la camarilla conspiradora desde 1899, pero, pese a los ímpetus de otros altos mandos carlistas, había apostado por no precipitarse y buscar el momento propicio para dar el golpe definitivo.

Desafío al Estado

A partir de 1906, los acontecimientos se precipitan. El 17 de septiembre se avista en Valls una partida de una veintena de carlistas. Fuerzas acuarteladas en Reus salen en su busca. Sin éxito. Solo encontraron los alambres de telégrafo saboteados que dejaron a su paso. Ese mismo día es detenido en Barcelona el joven José Vives, al que se interviene una pistola Browning y que declara que los carlistas llevan cuatro meses planeando el alzamiento. Dos días después, la Guardia Civil arresta en Calafell a Ramón Berga, jefe de otra partida carlista y llegan noticias de que los rebeldes han sido vistos en las cercanías de Manresa. También en Tarragona, Lérida… en todos los confines de Cataluña proliferan las noticias de las bandas que desafían a la autoridad del Estado.

Mientras, en Madrid crece la inquietud entre los miembros del Gobierno. Pese a los mensajes de Juan Vázquez de Mella y otros dirigentes carlistas en el Congreso, que aseguran que el pretendiente descarta la vía insurreccional, en el Ministerio de la Gobernación saben que algo está ocurriendo. Efectivamente, Moore se ha echado por fin al monte. Junto a su hermano Enrique y un cura llamado Juliá ha abrazado ya el camino de la violencia para hacer caer al joven Rey Alfonso XIII.

Las cuitas del agente Ramírez

No son Moore y sus compinches los únicos que se mueven en Cataluña. También lo hacen las fuerzas del orden, aunque algunas con más éxito que otras. El 29 de marzo, ABC informaba de la misión especial del agente de Policía Ramírez. Enviado a Calella para seguir el rastro de los conspiradores carlistas, Ramírez se ve obligado a pedir auxilio a las fuerzas de la Guardia Civil al ver comprometida su integridad. Pero será el teniente de la Guardia Civil Emilio Maillo Núñez el que dé caza a la presa más codiciada. Tras meses de correrías en su busca, en vísperas de la navidad de 1906 Maillo y sus hombres llevan a cabo el servicio de su vida.

El teniente ha recibido informaciones que apuntan a que Moore y su banda se ocultan en Castellfollit del Boix, un pueblecito de la comarca barcelonesa del Bages. Así que, en plena madrugada, escoltado por los diez guardias de la foto, recorre sigilosamente las callejuelas vacías del lugar. Finalmente dan con Moore y su banda en la conocida como Casa Torre del Forn. Son 20 guerrilleros fuertemente armados frente a la decena de guardias que manda Maillo. Evitando un enfrentamiento abierto, el teniente elige a uno de sus hombres y se adentra con él en la casa sin ser visto. Maillo consigue llegar hasta el cuarto de Moore, al que no da tiempo a esgrimir su revólver y consigue reducirle. Con su jefe como rehén, Maillo obliga al resto de rebeldes a rendirse a la Guardia Civil.

El Conde de Romanones, ministro de la Gobernación, comparece después ante la prensa en Madrid para informar de la hazaña de Maillo. Romanones reporta que en la operación se han intervenido 27 fusiles Remington y casi 2.000 cartuchos de dinamita y recuerda la importancia del arresto de Moore, «el cabecilla que más ha trabajado en estos últimos tiempos para producir un levantamiento». Maillo y sus diez guardias se ganaron la Medalla al Mérito Militar. La intentona carlista quedó descabezada.

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